Experiencias Lij

Lectura de una experiencia (…o la experiencia de una lectura)

Por Nora Schujman (*)

Relato sobre acontecimientos en la escuela nº 6389 Federico de la Barra de Rosario, Provincia de Santa Fe

Instantáneas…
…Una maestra lee una revista y a su alrededor, en el patio de la escuela, sus alumnos y alumnas de 7º año, desparramados en sillas, comparten libros acerca de mitos griegos...
…Chicos y chicas de 2º grado hacen cola en la Biblioteca para llevarse cuentos a su casa...
…Los de primero tirados en una colchoneta juegan con imágenes e inventan historias…
…En el salón de 5º algunos alumnos y alumnas leen y graban leyendas para que después escuchen los de 3º, mientras otros recorren los salones de los más pequeños narrando historias…
…“¡Hay títeres a cargo de 6º grado en el segundo recreo! ¡En las galerías y por grupos pueden ir pasando!”, promociona un grupo de alumnas...
…La docente integradora y una de las vices recorren los salones para armar entre todos un gran cuento que se escribirá en un gran libro que dibujarán todos, que tendrá música y escenografía y que…
…Las docentes de tecnología preparan con 6º las invitaciones para el gran evento del día del libro…
…“Recuerden que mañana en la última hora nos reunimos en el patio para ver ‘Circo criollo: el drama de Juan Moreira’ a cargo de 7º grado. Y a la tarde en horario a definir escucharemos los radioteatros que inventaron padres y chicos de 4º”, puntualiza la directora en la sala de maestros...
…Un cuento inventado…una abuela que lee…una calle que se corta para dramatizar “La bella mariposa” de Ziraldo…o la historia del nabo…o “Cuello duro” de Elsa Bornemann…
…Instantáneas…imágenes…que atesoramos desde la reinauguración de nuestra biblioteca “Inodoro Pereyra”, nombre elegido por votación de toda la comunidad educativa en setiembre del 2007. Biblioteca que queremos mucho y seguimos construyendo como un espacio para el juego, la lectura, el estudio y la investigación.
Para festejar su cumpleaños o para la semana del libro o la Maratón de lectura, estas actividades se multiplican, la escuela se revuelve, la lectura siembra.
De todas estas experiencias, elijo una en especial, la del festejo del primer año de esa reapertura, en el año 2008.

La gran ocasión [1]   (...o ¡qué momento!)
Ilustración de Victor Viano
(Ira ed. La torre de cubos)
En la escuela queríamos festejar con ganas el primer cumpleaños de nuestra Biblioteca Inodoro Pereyra y ya que de lectura se trataba, por qué no hacerlo con un cuento? El cuento elegido fue “La planta de Bartolo”; su autora, Laura Devetach y la idea, armar nuestros propios árboles. ¿Por qué Bartolo y su árbol de cuadernos? Se podrían dar muchas razones que van desde la ternura que provoca el personaje hasta las ideas que convoca la historia. Pero además, está el orgullo de saber que siendo prohibido por la dictadura militar es una historia que se siguió circulando calladamente en muchas escuelas y aún en esos tiempos oscuros corrió de boca en boca y de mano en mano para felicidad de todos. Hoy es un relato muy conocido por docentes, alumnos, alumnas y bibliotecarios. Les salió mal la prohibición porque la rebeldía y la sensibilidad pudieron más.
La propuesta, entonces, fue leer el cuento en las 31 secciones de la escuela y estimular a que cada grado inventara su propio árbol. ¿Cuáles fueron los frutos que dio? En primer lugar el entusiasmo que generó entre docentes, no docentes, alumnos y alumnas la idea y en segundo lugar la profusa producción de textos, dibujos, objetos, imágenes y trabajo corporal que se generaron para la construcción de los árboles. Así, apostando al poder de la palabra, a confiar en ella y hacerla propia, la escuela se dedicó a crear y escribir sus propias páginas.

Y con esta invitación a las familias, llegó el día de la muestra…
 
Derribarás un árbol, dos, tres, cuatro,                       José Pedroni             
Pero la hoja no                                                            “ La hoja voladora”
Siempre hay una hoja que se salva
Y vuela bajo el sol.

…Con  la metáfora del árbol, que representa para muchos pueblos la transmisión de la memoria, del conocimiento y las tradiciones orales.
…Con la imagen de las hojas de los árboles, pero también de libros, de cuadernos; de hojas que vuelan y viajan para traernos relatos o historias nuevas, distintas.
…Con el orgullo de atrevernos a inventar las nuestras para leer y escribir páginas propias.
…A partir de un cuento, los alumnos y alumnas de nuestra escuela  construimos nuestros árboles y llenamos sus ramas con hojas alegres, divertidas, reflexivas, disparatadas y sabihondas.
Los esperamos el día...

Luego de meses de sequía, ese viernes 3 de octubre el cielo estaba negro. Dicen algunos que hubo cruces de sal y huevos duros enterrados. Alguien dijo que si los pájaros vuelan en fila no llueve…No sabemos si por suerte o por destino la lluvia no llegó y pudimos festejar. 

¡Pasen y vean! ¡La escuela llena de árboles!
El árbol de los papelones, el de las anécdotas familiares, el árbol mágico de los cuentos, de los personajes de Fontanarrosa...el árbol de las emociones y las expresiones, el de los gestos, el de los monstruos, el árbol del cuerpo hecho palabras...el árbol de los secretos poéticos, escondidos en tubitos pintados en Plástica. También se construyó el árbol de los sonidos, el de los sabores y el de los aromas, hecho por los no docentes. El árbol de las pelotas deportivas (adivinen quiénes lo hicieron?), el de los docentes de Tecnología que “inventaron” el árbol de los “inventos” locos. El de las adivinanzas y trabalenguas. El árbol de las preguntas (y hay que ver las cosas que preguntan los chicos). También estuvo el de las descripciones de los maestros y maestras (y hay que animarse a leer cómo nos ven niños y niñas de 3° grado)
Cerca de la Biblioteca estaba el árbol de los recuerdos de infancia donde los adultos pusimos objetos, libros, discos y fotos de nuestra niñez (éramos tan jóvenes!!!). Allí se mezclaron el libro de lectura Campanita, con el Topo Gigio, discos como “La máquina de hacer pájaros” con la primera edición de “Rayuela”, una candela, “...porque en lo de mi abuela no había luz y así nos iluminábamos...”, cuadernos de 1° grado de los años 60, un elefante de goma, la primera muñeca, el primer libro de cuentos “...que me regaló mi papá...”, y otros queridos recuerdos. Del árbol de la memoria, colgaban libritos en blanco para que invitados y padres dejaran su opinión, su marca
Pero además, como en todo cumple que se precie de tal, hubo velitas, globos, canción de cumpleaños y torta. La familias participaron recorriendo la muestra pero también pudieron producir sus propios textos, dibujos. Algunos actuaron, otros escucharon cuentos narrados por sus hijos, adivinaron, llenaron siluetas con palabras o contaron anécdotas de terror en la Biblioteca. Hubo un cuento que dramatizaron alumnos de 1° grado y una docente que nos regaló un hilarante discurso como “directora artística del evento”.
Con sus idas y venidas, con sus marchas y contramarchas lo que habíamos preparado durante dos meses, se materializó. Nos fuimos cansados, pero contentos.

De una piedra en el estanque [2] (...y de las ondas que genera)

Una piedra en el estanque genera ondas. Supone el riesgo de no saber hasta dónde llegan, cómo y dónde. Pero atrevernos a jugar ese juego tan propio de las infancias es algo que refresca el, a veces adusto, “modo” de las escuelas, “modo” que incluye los gestos, las ganas, la energía. Sobre la superficie “aparentemente” igual de lo cotidiano, una piedra desordena el devenir de las aguas y produce algo, un quiebre, una línea, un momento que es distinto al de todos los días.
En el caso de Giani Rodari (ver nota al pie), la piedra es una palabra tirada al azar. En nuestro caso, en nuestra escuela, la piedra en el zapato, la zancadilla a la rutina fue este cuento elegido premeditadamente.
Todavía hay mucho por hacer, mucho camino para recorrer, muchas injusticias que terminar, muchas tristezas que borrar de los ojos de los niños y niñas pero la apuesta de acceder a otros mundos a través de los cuentos y saber que existen diferentes modos de vivir y pensar puede ayudar a inventar o imaginar otros.
Para eso es necesario que los pequeños gestos, las “ocasiones” para dejar marcas y huellas simbólicas o materiales no se pierdan en la telaraña de lo cotidiano. No es fácil, no es sencillo, no lo es todo, es apenas una parte, pero es también un modo, como dice Graciela Montes, de no dejarse domesticar.
A principio del siguiente año una de las maestras les pidió a los padres que expresaran escribiendo en unos papelitos, opiniones y expectativas acerca de la escuela. Luego, leyéndolas, todas las expresiones nos parecieron valiosas y muchas nos hicieron emocionar, pero ahora creo válido rescatar un fragmento que decía, entre otras cosas: “...gracias por permitirme seguir confiando en la escuela pública...”
De algún modo en ese papelito se sintetiza el orgullo que sentimos de poder mostrar el trabajo realizado. Porque es así, la escuela pública se hace con el esfuerzo, la sensibilidad y la voluntad de los que la habitamos todos los días. Se construye con las diarias alegrías y tristezas que, cuando se entrelazan en un acontecimiento colectivo de producción o de denuncia o de lectura, cruzan la raya de la queja individual y se vuelven diálogo para aprender, transmitir, discutir, construir sentidos.

“En estos tiempos que corren, la felicidad vendría a ser una forma de resistencia. Como los buenos libros, hacer Cultura es resistir. Hacer leer es resistir. Que la solución es social y política, ya lo sabemos. Pero también sabemos, porque nos lo contaron nuestras abuelas cuando éramos chicos...que los mosquitos son capaces de ganarles a los leones, que los conejos se burlan de los lobos, que los pobres campesinos engatusan a los gigantes y que los “tontos”, “retontos”... nos guiñan un ojo mientras se quedan con la más hermosa de las princesas”

Graciela Cabal



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[1] La gran ocasión es el título un artículo de Graciela Montes. Tengo que agradecer parte de la idea a Florencia Somaruga, compañera del postítulo en Literatura para niños.
[2] “La piedra en el estanque” es el título que tomé prestado de un capítulo del libro de Gianni Rodari Gramática de la fantasía, que por supuesto recomiendo para todas las bibliotecas de las escuelas.

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(*) Nora Schujman: Vicedirectora de la Escuela nº 6389 Federico de la Barra de Rosario
Profesora de Letras (noris612003@yahoo.com.ar)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No esperaba de la Profesora Nora Schujman, una persona capaz de crear y hacer crear... de generar espacios para desestructuranos y reconstruir nuestros mundos una y otra vez. ¡FELICIRACIONES! La experiencia estuvo fantástica!!! Y en este relato pudimos visualizarla y reconocer tu amor por la literatura. Ah! Y no podrías dejar de nombrar a G. Montes! Cariños de siempre,Dani.

Nora Bolis dijo...

Es una alegría que se hagan estas experiencias en las escuelas, y que hagan -huella- en lo cotidiano. Modificando y enriqueciendo esos gestos, esos lazos de todo los días en la escuela.

ANA dijo...

Gracias por compartir esta experiencia, nos motiva en los espacios por donde nos movemos,
saludos a los que la hicieron posible!!!
Ana (bibliotecaria)