Conferencias Lij: Liliana Bodoc


Nota: El siguiente escrito fue compartido por la escritora Liliana Bodoc en la “Mesa de autores mendocinos” en el marco del “I Encuentro Internacional de Literatura Infantil y Juvenil y Narración Oral Escénica en Mendozaorganizado por la Asociación EDELIJ  y  realizado en la provincia de Mendoza en el mes de Mayo del año 2015.



"Hablar a los malvones"

Liliana Bodoc. Foto: Jony Asequia para EdeLij

Por Liliana Bodoc (*)

            El arte no puede existir sino a través de una distorsión, de un quiebre, de una revisión de la normalidad. La música es una alteración de los sonidos habituales. La alfarería es una alteración del barro. La literatura es una alteración del lenguaje. Y del silencio.

            Pensado así, parece que el arte es, por definición, una instancia transformadora. Cuanto menos podemos pensar que, para adentrarnos en la propuesta del arte, es necesario desensillar el caballo de la pura, extrema y urgente cotidianeidad, de la denotación, y de la prisa. El arte, cualquiera de las disciplinas artísticas que conocemos, necesita una aceptación de lo extra-cotidiano. Nos necesita capaces de saber y creer que el sentido de las cosas está plegado como un abanico, que lo que a diario solemos ver es solo el abanico plegado.

            Para adentrarse en la palabra poética y literaria hace falta correrse del lenguaje con el que, hasta recién, hablábamos con nuestro hijo, con nuestra vecina…
            ¿Para hablar con palabras absurdamente coquetas? ¿Para decir blondo en vez de rubio? ¿Para saturarnos de adjetivos? Claro que no, por supuesto que no. Para hablar desde otro sitio y con otro propósito. Como suelen hablarles algunos a sus plantas.
            Hablar a los malvones es palabra poética. No importa si le decimos "Mirá qué grandes están las margaritas" o "Buen día, qué lindo amanecimos" o "Pobrecito, te meó el gato".
            Es palabra poética por el origen y por el propósito.     
            Le hablamos a los malvones desde lo ancestral, desde el viejo chamán que habita nuestra historia, desde la fe. Hablamos con lo que no es evidente, hablamos para romper las barreras de lo posible. No hablamos para adornar la realidad sino para accionar sobre ella. Para que crezcan los malvones. Y es bien sabido, los malvones florecen mejor cuando alguien les habla.

            Hay ciertos versos en los que me quedaría a vivir. Porque proponen mucho más que una línea musical y semántica. Porque proponen un mundo.
            "Yo no tengo en el alma tanto tigre admitido" Escribió Miguel Hernández. Y yo quiero vivir en ese mundo

            "¿Por qué he de empeñarme en que Dios sea una cosa mejor que este día?" Escribió Walt Whitman

            "Esa es tu pena. Tiene la forma de un cristal de nieve que no podría existir si no existieras"  Escribió Olga Orozco.

            Son mundos.  O en todo caso, ensanchan el mundo. Son impugnaciones de la normalidad.

            El tiempo que nos fue otorgado, aun en los extremos de la longevidad, es muy poco para tanta alma. Muy poquita cosa para todo lo que añoramos ser, ver. Para todas las navegaciones y los naufragios que desearíamos experimentar.

            Sin que sea tan evidente, ni factible de ser probado con el método científico, creo que la palabra poética es una dimensión posible.

            Vivir sin poesía es vivir menos. Menos vida, menos gente, menos posibilidades. Como si tuviésemos una casa con sótano y altillo, y jamás los visitáramos.
            Los sótanos y los altillos no son cómodos, asustan, ensucian. Uno llega ahí y ya están los fantasmas. Recuerdos, promesas incumplidas, papeles fechados por una mano ya muerta… Pero son parte de nuestra casa, de nuestra vida. 

            Ni nosotros, ni nuestros jóvenes, ni nuestros niños, ni nuestros malvones podemos vivir sin poesía.
            ¿Qué más da que sea arduo? ¿Qué importa si se resisten a leer? ¿Cómo van a amedrentarnos las nuevas tecnologías?

            La poesía nos enseña a respirar de otro modo. Más pausado y más cierto.
            Todos tenemos un verso en el cual nos quedaríamos a vivir. Un verso destinado a ser nuestro lugar en el mundo. Hay que encontrarlo.    

               Y después, hasta podemos ver que hay otros habitando ese verso. Que un verso es también un barrio. Que encontramos pares allí.  Uno al que le brillan los ojos igual que a mí me brillan. Una que pronuncia bajito igual que yo pronuncio.

            "Te recuerdo como eras en el último otoño"
            "Hablaban de un caballo, yo creo que era un ángel"
            "Conmigo se volvió loca la anatomía. Yo soy todo corazón"
            "Solo porque un amigo es la vida dos veces"
          "No sé qué tiene la aldea donde vivo y donde muero, que de venir de mí mismo vivo más lejos"
            "Los caminos perderán sus ciudades para verte"

            Y para terminar, yo me pregunto: ¿No sigue viva, asombrosamente viva la flor que guardamos entre las páginas de un libro?

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Notas relacionadas en esta página: Entrevista a Liliana Bodoc (por EdeLij)


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(*) Liliana Bodoc, escritora argentina, algunas de sus obras editadas son: “Diciembre Super Álbum”, “Sucedió en Colores”, “Memorias Impuras”,  “El mapa imposible”, “El espejo africano”,  “Presagio de Carnaval”, “El rastro de la canela”, “La entrevista”. “La Saga de Los Confines”, trilogía de épica fantástica compuesta por “Los días del venado”, “Los días de la Sombra” y “Los días del fuego”. La saga de Los Confines ha sido traducida al alemán, italiano,  francés, holandés, inglés y japonés, entre otros. Ha obtenido numerosos reconocimientos como: Premio Fundación El Libro, año 2000. Distinción del IBBY (International Board on Books for Young People), 2001. Premio Barco de Vapor, 2008. Distinción White Ravens 2002, otorgada por el IBBY Internacional. Diploma al Mérito, Fundación Konex, 2004. Candidata al Premio Andersen 2010 por la Argentina.


DIA INTERNACIONAL DEL LIBRO INFANTIL 2016

2 de Abril
-2016-
Como cada año, desde la Asociación EDELIJ adherimos a la celebración y compartimos el MENSAJE DEL DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO INFANTIL 2016:

Desde 1967, el 2 de abril, con el propósito de conmemorar el nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen, el IBBY (International Board on Books for Young People) promueve la celebración del “Día Internacional del Libro Infantil” a fin de promocionar los buenos libros infantiles y juveniles y la lectura entre los más jóvenes.
Cada año un país miembro de dicha Organización es el encargado de convocar a un escritor destacado para redactar el mensaje a los niños del mundo y a un ilustrador para diseñar el póster anunciador. Estos materiales se utilizan de diferentes maneras para promover el libro y la lectura: a través de los medios de comunicación, de actividades en escuelas y bibliotecas, encuentros con autores e ilustradores, concursos, presentaciones de libros, premios, etc.
Este año 2016, se encargó la sección a Brasil de diseñar e ilustrar el cartel, el cual ha sido escrito por Luciana Sandroni e ilustrado por Ziraldo. (Traducción de Elisa Toledo, revisado por María Sampayo Bouza)


ERASE UNA VEZ…
Erase una vez una… ¿Princesa? No.
Érase una vez una biblioteca. Y érase también una vez una niña llamada Luisa que fue a la biblioteca por primera vez. La niña caminaba despacio, tirando de una mochila de rueditas enoooorme. Observaba todo con admiración: estantes y más estantes repletos de libros. Mesas, sillas, almohadas de colores, dibujos y carteles en las paredes.
— Traje la foto — le dijo tímidamente a la bibliotecaria.
— ¡Muy bien Luisa! Voy a inscribirte. Mientras tanto puedes ir escogiendo el libro. ¿Sabes que puedes llevarte un libro a casa?
— ¿Uno sólo? — Preguntó decepcionada.
En ese mismo instante sonó el teléfono y la bibliotecaria dejó a la niña con la tan difícil tarea de elegir un único libro en la infinidad de estantes. Luisa arrastró su mochila y buscó, buscó hasta que encontró su libro favorito: Blancanieves. Se trataba de una edición de tapa dura, con hermosas ilustraciones. Con el libro en la mano empujó su mochila de nuevo y, cuando ya estaba a punto de salir, alguien le tocó el hombro. La niña se dio la vuelta y casi se cae para atrás del susto: nada más y nada menos era el Gato con Botas con su libro en la mano, ¡digo, entre las patas!
— Buenos días, ¿Cómo estás? — le dijo haciendo una reverencia.
— Luisa, ¿Acaso no te sabes de memoria todas esas historias de princesas? ¿Por qué no te llevas mi libro El Gato con Botas, que es mucho más divertido?
Luisa con la boca abierta no sabía qué decir.
— ¿Qué te pasa? ¿Te comió la lengua el gato? — Bromeó.
— ¿Eres el Gato con Botas de verdad, verdad?
— ¡Si, en persona, digo, de carne y hueso! Llévame a tu casa y sabrás todo sobre mi historia y la del Marqués de Carabas.
La niña, de tan perpleja, solo conseguía asentir con la cabeza. El Gato con Botas, con un toque de magia regresó a su libro y, cuando Luisa estaba a punto de salir de la biblioteca, volvió a sentir un toque en el hombro. Era ella: "blanca como la nieve, colorada como la sangre y con cabellos negros como el ébano". ¿Adivinaste?
— ¡¿Blancanieves!? — dijo Luisa anonadada.
— Luisa, llévame contigo también. Esta edición — dijo mostrándole su propio libro — es una adaptación auténtica del cuento de los hermanos Grimm.
Cuando la niña estaba a punto de coger el libro, el Gato con Botas apareció molesto:
— Blancanieves, Luisa ya escogió. Vete con tus seis enanos.
— ¡Son siete y no seis! ¡ Y ella aún no ha escogido! — le dijo Blancanieves roja de cólera.
Los dos miraban a la niña esperando una respuesta:
— No sé cuál llevar...quería llevármelos todos...
De repente, sucedió algo increíble: fueron saliendo de los libros… Cenicienta, Caperucita Roja, Rapunzel. Un equipo completo de princesas de verdad:
— Luisa llévame a tu casa — le suplicaban todas.
— Yo sólo necesito una cama para dormir un rato — dijo la Bella Durmiente mientras bostezaba.
— Solo cien años — dijo el Gato burlándose.
— Puedo limpiar tu casa, pero de noche tengo una fiesta en el castillo del ....
— ¡Príncipe! — gritaron todos.
— En mi cesta tengo torta y vino. ¿Quién quiere? — Ofreció Caperucita.
Y continuaron apareciendo más personajes: el Patito Feo, la Vendedora de Fósforos, el Soldadito de Plomo y la Bailarina:
— ¿Luisa podemos ir contigo? Somos los personajes de Andersen — pidió el Patito Feo que tan feo… no era.
— ¿Tu casa está calentita? — preguntó la Vendedora de los Fósforos.
De repente, delante de todos, apareció un lobo enorme, peludo, muy peludo, con los dientes afilados: ¡El lobo feroz!
— Lobo ¿por qué tienes esa boca tan grande? — le preguntó Caperucita por costumbre.
— Yo les protejo — dijo valientemente el Soldadito de Plomo.
El Lobo abrió la boca y… ¿Se los comió a todos? No. Solo bostezó de tanto sueño y les dijo con calma:
— Tranquilos. Sólo quería darles una idea. Luisa se lleva el libro de Blancanieves y nosotros entramos en su mochila que es muy grande.
A todos les gustó su idea.
— ¿Luisa nos dejas ir contigo?
— ¡Claro que sí! — Dijo Luisa abriendo la mochila.
Los personajes hicieron fila y fueron entrando uno a uno:
— ¡Primero las princesas! — dijo la Cenicienta.
Al final aparecieron también los personajes brasileños: el Sací, el Caipora, una muñeca de tela que no para de hablar, un niño muy loquito, una niña con una cartera amarilla, otra con la foto de su bisabuela pegada al cuerpo, un pequeño rey mandón. Todos entraron.
La mochila pesaba más que nunca. ¡Cómo pesan los personajes! Luisa llevo el libro de Blancanieves y la bibliotecaria anotó todo en su ficha.
Poco después la niña llegó a casa feliz. Su mamá le preguntó desde la cocina.
— ¿Hija, llegaste?
— Síííí, mami, llegamos.





Artículos Lij: La metaficción, un juego presente en obras para chicos…


La metaficción, un juego presente en obras para chicos…
Por María Candela López (*)
El objetivo de este trabajo consiste en identificar la manera en que el concepto abstracto de metaficción se manifiesta en el libro-álbum Mal día en Rio Seco (Chris Van Allsburg) a través de diversos recursos textuales y gráficos. Para esto, en primera instancia conviene deslindar el significado del concepto de metaficción.
La metaficción es un concepto presente a lo largo de toda la historia de la literatura, pero es en las obras postmodernas donde su aparición se ha intensificado. Y más específicamente, dentro de la literatura infantil actual, el álbum es el territorio que la experimentación metaficcional ha elegido para manifestarse.
Tradicionalmente, la literatura infantil tiende a presentar una visión del mundo sin contradicciones, desarrolla un solo hilo argumental, prefiere los finales cerrados a los abiertos, está focalizada en un solo personaje y no presenta variaciones de estilo, entre otras características. Los recursos metaficcionales descubren las convenciones de esta literatura canónica y revelan la manera artificiosa en que operan estas viejas convenciones.
Las características propias de las obras postmodernas son, entre otras: rechazo al realismo, develamiento de los mecanismos constitutivos de la ficción, conciencia lingüística, un alto sentido lúdico, intertextualidad, intención de producir desconcierto en el lector y, en muchos casos, de hacerle participar en la construcción de la obra, la noción de que la realidad no puede ser reducida a una sola y única interpretación y la conciencia sobre la arbitrariedad del lenguaje.
Las obras metaficcionales ponen de manifiesto las diferentes maneras de ordenar el mundo de ficción y permiten que el lector participe en el acto de darle sentido al mundo literario y sea consciente de qué expectativas y conocimientos pone en juego cuando lo hace.
La metaficción implica aprender a leer distanciadamente, además de hacer evidente el papel activo del lector en la construcción del sentido y de mostrar los aspectos importantes sobre el funcionamiento de la literatura y las posibilidades creativas de los textos literarios.
-Comentario sobre los recursos metaficcionales del libro “Mal día en Río Seco” del autor Chris Van Allsburg, editado por el FCE, México.
La lectura de un álbum resulta un tanto heterodoxa, no tanto por lo que dice, sino por cómo lo hace. “El álbum muestra un trabajo polifónico donde el soporte físico y la narratología visual y textual concuerdan afinadísimamente” (Teresa Durán, 2010:37). Por lo tanto, y ya que el abordaje de un texto de estas características se vuelve complejo, vamos a seguir para el análisis de Mal día en Río Seco el modo de lectura que la autora antes mencionada propone en su artículo Cuando el texto calla. Lectura de un álbum: La reina de los colores.

  • El formato
Mal día en río seco es un libro vertical de tamaño mediano, del estilo de los destinados para que los niños coloreen. Ya la tapa remite a la historieta clásica: el estilo hiperrealista en blanco y negro, figuras solo delineadas en su contorno y el tipo de ilustración que recuerda a aquellas historias antiguas, en lugar de las imágenes tridimensionales con luces y sombras a las que estamos habituados. 

  • La calidad del papel
El papel en el que nos llega Mal día en Río Seco es brillante y satinado, para ser dedicado a la lectura. 
  • Las guardas 
A menudo, las guardas en el libro álbum constituyen un paratexto que preanuncia e informa sobre el contenido del  mismo. En Mal día en Río Seco, las guardas son lisas, monocromas y se destacan por su sencillez: un negro profundo pregona que la vida y los personajes de Río Seco empiezan y terminan en los límites cerrados de las páginas siguientes. Esto se justifica con una última frase que cierra el relato: “Y entonces la luz se apagó”, palabras que recuerdan que bajo la tapa del libro para colorear late la historia de Río Seco. Esta última frase del narrador, ajena al niño/a que ha intervenido sin saberlo en la vida de los personajes coloreados, está destinada al lector, único cómplice de los dos mundos.

  • Cubierta, contracubierta y página de portada
Deben brindar información y a la vez constituirse en un anzuelo para el lector. La cubierta de Mal día en Río Seco muestra en blanco y negro el expresivo rostro del alguacil Ned Hardy en actitud de franca desesperación: su mirada está orientada hacia el cielo –un cielo que no vemos, pero intuimos-, de manera que podemos conjeturar que desde esa dirección llega el motivo de su agobio. Allí se encuentran ya los trazos misteriosos que se incrementan a lo largo del relato y cuyo origen se develará con las últimas páginas. En gruesas letras negras mayúsculas aparece el título de la obra que enmarca la imagen descripta. A pie de página, se destaca el nombre del escritor e ilustrador del álbum: Chris Van Allsburg. La contracubierta presenta otra imagen: esta es una foto del mencionado autor ambientada en una especie de taller donde, suponemos, trabaja en compañía de una nena ataviada como vaquera. Podemos suponer que es su hija y, de seguro, a quien va dedicada la obra: “A Sophia mi vaquerita”, como reza la página de portada. Ambos, padre e hija posan para la foto, mientras pintan –o garabatean- escenas de Río Seco con los mismos crayones que aparecen en las últimas páginas del libro. Con esta foto en la contracubierta del libro podemos reafirmar el gusto del autor por los juegos de ficción: la cadena de representaciones continúa.
La página de portada contiene otra ilustración de las del estilo del western, cuya silueta en blanco y negro, enmarcada y mucho más pequeña veremos desplegarse en las páginas siguientes. Esta también nos adelanta el contenido del relato: se ve al mencionado alguacil en su caballo tratando de acometer las rayas violentas en rojo y amarillo que se avecinan.
 

  • El relato y su progresión, los personajes, la acción y la secuenciación
Ahora nos metemos de lleno en el relato y su progresión. Un narrador aparentemente imparcial, describe casi lacónicamente la demasiada tranquila y monótona vida de Río Seco. El dibujo apoya el texto: “dos docenas de construcciones a lo largo de un camino polvoroso que no lleva a ninguna parte”. Casas sin color, divididas o agrupadas en torno a un camino inservible: “nadie había venido ni se había ido jamás”. El lector se entrega al narrador y queda involucrado en el previsible universo del "Far West"; pero al dar vuelta la página, también en blanco y negro, irrumpe un extraño acontecimiento: “una luz brillante en el cielo del Oeste” y aún más inexplicables “gruesas tiras de una especie de lodo brillante y grasoso” cubren los caballos de la diligencia sin cochero detenida por primera vez en Río Seco. El alguacil Hardy trata inútilmente de arrancar las tiras resbalosas –más adelante sabremos por qué- que inquietan a los caballos y, valiente, decide ir en busca de la causa del misterio. Siguiendo la ruta de la diligencia constata que continúan las marcas, pero ahora se suman los colores: el verde en la naturaleza, el azul en el sombrero y los ojos del inerte cochero, los lilas y rosas en los lomos del ganado. En ese momento y desde allí puede divisar que algo terrible ha ocurrido en Río Seco: las casas del pueblo están cubiertas también con las horribles marcas y rayas. Los habitantes relatan lo sucedido: “de improviso, el cielo sobre sus cabezas se había cubierto con una luz brillante, que congelaba todo lo que tocaba”. Uno de ellos asegura: “como si salieras de un cuarto oscuro y miraras al sol de frente a mediodía” y el narrador remata: “cuando la luz se alejó, estaban cubiertos con las marcas grasientas” (¿acaso la luz cegadora que ven los habitantes del pueblo será la que irradia la lámpara que cuelga sobre la mesa de trabajo del vaquerito?, ¿acaso los personajes la ven cuando la página es dada vuelta y queda abierta bajo la luz de la lámpara? Si tenemos en cuenta esto, podemos decir que, como una metáfora, la oscuridad corresponde al momento en que el libro –o al menos la página- permanece cerrado y la luz cegadora al momento en que el álbum es abierto y “vuelto a la vida”).
El alguacil, como prototipo de héroe western y como no puede ser de otro modo, decide encabezar la lucha contra lo desconocido y sale del pueblo con una cuadrilla de hombres armados. Seguir el rastro del mal no es difícil: “por todas partes se veían rayas aceitosas”. En esta búsqueda se encuentran con el enemigo: “era alto como un álamo y flaco como un palo de escoba” y hecho de la misma “sustancia grasosa” que cubre el paisaje. Atrapados en la lógica de su mundo, los vaqueros están seguros de que “ese larguirucho era el causante de todas sus desgracias”. El terrible enemigo no es más que un vaquero-monigote dibujado con los mismos crayones que el resto de los garabatos que cubren a los personajes de Río  Seco. Este encuentro es el momento culminante para el alguacil y su gente porque cuando van a arremeter contra el monigote “fueron congelados por la brillante luz que repentinamente llenó el cielo”. 


Al dar vuelta la página, se produce la primera revelación explícita del cruce de dos mundos: la ilustración muestra en el ángulo inferior derecho una mano infantil de carácter hiperrealista y en  tamaño real que pinta con un crayón (de las mismas características de la mano) las figuras sin vida del alguacil y sus hombres.
Por primera vez, un nuevo plano narrativo irrumpe a través de la ilustración, ahora independiente del texto verbal.

La doble página siguiente, desde una perspectiva aérea, representa a un niño o niña con idéntico estilo de la mano anterior que, inclinado sobre una mesa, de espaldas al lector, pinta las figuras del álbum de Río Seco. Junto al libro y en el suelo se ven dibujos infantiles, entre ellos el del enemigo-monigote-vaquero. Por primera vez, no existe texto que narre la imagen. El mundo de la historia de los vaqueros ahora queda suspendido -"congelado por una luz brillante", según palabras del narrador- y se abre paso un universo nuevo que da cuenta de las anormalidades grasientas. Es en este momento cuando somos conscientes de que formamos parte del efecto especular: nosotros, los lectores, sostenemos en nuestras manos un libro abierto (un libro-álbum) en una página donde un niño dibuja sobre otro libro abierto (un libro para colorear).
La gradación de planos de realidad está representada por los diferentes estilos pictóricos: el clásico dibujo de figuras delineadas, en blanco y negro, de las primeras páginas (convertidas ahora en ficción de libro para colorear) aparece dentro de un mundo "más real": el del niño/a en el estilo, tamaño y colores hiperrealistas. Este juego de planos también está representado por los diferentes puntos de acercamiento del narrador: el revelamiento de la presencia del causante de los males de Río Seco, se hace gradualmente: de la mano, a la cabeza y espalda del niño/a y de ahí a su cuerpo entero. Se evidencia además con tales propósitos, la presencia de texto escrito que acompaña narrando las secuencias del western y, por otro, la ausencia de este en el estilo hiperrealista que tiene al niño/a como protagonista: “La presencia de dos códigos interrelacionados hace posible que en el álbum se desarrolle un tipo de narrativa con unas características propias que son intrínsecamente afines a la experimentación metaficcional” (María Cecilia Silva-Díaz,  2005: 11). 
La página final muestra la figura infantil protagonista de los desastres de Río Seco que, otra vez de espaldas, deja su habitación para, probablemente, jugar con una pelota que lleva bajo el brazo. Sobre la mesa, ha quedado el "COWBOY, coloring book" cerrado. El libro es ahora un objeto más entre otros objetos que pueblan la habitación del niño/a.
-A modo de conclusión…
Mal día en Río Seco abunda en experimentos que buscan desenmascarar la ilusión de realidad que crea la literatura a través de convenciones que en la narrativa tradicional permanecen veladas. En esta obligada ruptura del pacto, el lector no puede sumergirse, ya que está a la vista el carácter ficcional del relato. Además, debe reconstruir su posición y convertirse en participante activo en la construcción del relato. La ruptura no le permite contemplar pasivamente el curso de las acciones, sino que debe movilizarse para cerrar –o no- la historia y reconstruir el sentido del texto. “La metaficción impulsa al lector a levantarse de su butaca de terciopelo rojo desde la que, absorto, contemplaba el drama; lo guía para que se mueva tras bambalinas y observe con distancia la tramoya y demás parapetos que rodean la escena” (María Cecilia Silva-Díaz,  2005: 21).
Mal día en Río Seco explota la variedad y complejidad de recursos metaficcionales sin abrumar al lector con presupuestos teóricos y sin que la función crítica inunde la ficción.
-Bibliografía
-Silva-Díaz,  María Cecilia (2005). La metaficción como un juego de niños. Una introducción a los álbumes metaficcionales. Caracas: Banco del Libro.
-Durán, Teresa (2010). Cuando el texto calla. Lectura de un álbum: La reina de los colores. En Mendoza Fillola, A. y Romea, C. (Coord.). El lector ante la obra hipertextual. Barcelona: Horsori.

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(*) María Candela López Profesora de Grado Universitario en Lengua y Literatura por la UNCuyo. El presente escrito forma parte del trabajo realizado para el Curso-Taller: “¿Cómo promover la lectura en niños y jóvenes?” (Resolución Nº 0221/2011) coordinado por la profesora Silvina Juri y organizado en la sede de EDELIJ (Mendoza).






Experiencias Lij

Leer porque sí

(Juul, una lectura desafiante…)

Por Silvana Villa (*)



Experiencia de lectura del libro álbum: Juul de Gregie de Maeyer  y Koen Vanmechelen


La siguiente experiencia de lectura se realiza en el Colegio San Antonio María Claret, 2° año del nivel secundario.


En primer lugar mi reconocimiento al Curso-Taller: “¿Cómo promover la lectura en niños y jóvenes” el  cual me permitió apreciar con mirada renovada el sentido y potencial de libros destinados a chicos cuya propuesta está enriquecida por el abundante uso de imágenes en combinación con el código textual, a menudo llamados libros álbumes, los cuales, tal vez, por el tipo de formación adquirida y la experiencia de vida lectora, no siempre contaron con mi beneplácito, ya que los suponía sólo para un limitado grupo de lectores, especialmente los que aún no manipulan el código alfabético. Por otra parte, también quisiera resaltar el enriquecimiento producido por el intercambio, reencuentro y coincidencia de prácticas con colegas y de las tantas reflexiones alcanzadas en el taller en compañía de la coordinadora, tales prácticas estimularon en mí la premisa de la lectura placentera, la lectura del porque sí, con todo el compromiso y los aprendizajes implícitos que implica su implementación.

La experiencia que aquí comento la desarrollé con un grupo de alumnos de una escuela secundaria del Barrio La Favorita de Capital de Mendoza, no solo con la intención de estimularlos a leer, sino también, a tratar uno de los temas escolares de incremento en este último tiempo: el llamado “bulling” o segregación escolar.

En principio, la actividad áulica consistió en invitar de forma individual a realizar la lectura del libro denominado Juul, sin contar, en un comienzo, con el total agrado de los jóvenes. Aunque luego consintieron más entusiasmados, sobre todo porque les pedí que sólo disfrutaran del libro y no sólo de la lectura sino del formato, paratextos, etc. Observé cómo tomaban el libro y lo valoraran desde la tapa hasta la última página, sus rostros de sorpresa e interés también crearon cierta expectativa en aquellos que todavía no lo habían leído. La sorpresa más grande en ellos fue que solo les solicité una breve apreciación por escrito en unos papeles pequeños que les tenía preparados a cada lector.

A continuación presentaré algunas expresiones de los estudiantes después de hacer la llamada lectura  ingenua (primer lectura o lectura sorpresa):

“No me gustó nada la historia, pero creo que este libro ayuda a superar las burlas ajenas. Estas situaciones suceden siempre y la narración está muy buena para ponerse a pensar.” Fabricio P.

“A Juul lo discriminaban, le ponían apodos que no le gustaban.” Sebastián C.

“La impresión que me causa es de discriminación, de cómo día a día van deteriorando a Juul. Pero, como siempre en el camino encontramos un alma caritativa que te protege con cariño y te da una mano.” María D.

“No me gustó porque Juul era muy discriminado.” Ezequiel G.

“Es algo que pasa, la burla a la gente, la discriminación. Produce lástima y hace que la persona se sienta mal.” Franco H.

“Opino que es feo que los adultos o los niños se queden callados cuando otros se burlan al ver a una persona discapacitada o con dificultades físicas ya que hacen sentir mal a esa persona.” Karen S.

“El cuento me pareció un poco cruel pero está bueno. También opino que Juul no debería haberles prestado tanta atención a los chicos.” Franco Z.

“A mí me pareció feo el cuento porque había mucha burla y discriminación. También para mi Juul no tendría que haberlos escuchado, que no se hubiera lastimado a medida que se burlaban. ¿por qué los siguió escuchando y se hizo tanto daño? ” Victoria R.



Posteriormente y aprovechando que estábamos abordando los “textos argumentativos”, retomamos la experiencia lectora del libro Juul y dimos lugar al debate, expresándose cada uno de acuerdo a las características de los personajes y las diferentes situaciones narrativas que más les llamaron la atención. Por la riqueza el debate generado les propuse realizar en parejas  cartas que fueran escritas para Juul, lo que permitió generar la actividad de producción escrita  dando como resultados interesantes producciones como la que aquí comparto:


“Mendoza, 30 de setiembre de 2013

Querido Juul:  

                      después de haber leído tu historia, te queremos contar cómo la interpretamos y la apreciación que dimos a cada uno de tus malos tratos. Primero, fue muy gracioso cuando te arrancaste el cabello porque te decían: “¡Hilo de cobre!”. A nosotros eso nos hizo recordar cuando a nuestra compañera Romina le decimos: “¡Pelo de alambre!”, ¡que gracioso!; o cuando usabas gorrito y no veías nada te parecías mucho a Sebastián, un compañero que también usa gorra y no ve nada  pero es por su súper y larguísimo flequillo;  o también, en la situación que te gritaban “¡Ja,ja,ja, tartamudo!”, te parecías muchísimo a nuestra compañera Ayelén que cuando quiere explicar alguna tarea tartamudea y nunca se le entiende nada. E idéntica fue la situación donde tuviste “brazos de salchicha” como nuestra queridísima Karen con sus largos brazos de salchichas movedizas.

Ahora más serios te queremos decir que nos da una gran pena el saber sobre todos los malos ratos que has pasado, y que muchos de tus sufrimientos son similares a los que suceden en nuestra escuela, ya que nadie se trata con respeto y hay muchas rivalidades, te insultan, te ponen sobrenombres hirientes, y siempre te hacen la vida imposible.

 Sin embargo, aunque el bulling y las burlas andan por muchos lugares, igualito que en tu historia, nosotros somos algo diferentes. Aquí, en nuestra escuela por suerte estamos acompañados por personas que siempre están cerca de nosotros, ellas nos enseñan, todo el tiempo,  a superar nuestras diferencias, a saber aceptarnos como somos y respetarnos.

Como verás, aunque la tuya sea la historia que está escrita, hay muchas que suceden y son muy similares.

Bueno, nos despedimos Juul, esperamos que ya no te molesten y sepas superarlo igual que muchos que pasaron por esa realidad.

Aye, Kare, Chino y Fabri”

Aquí concluye parte de mi experiencia de práctica docente con un libro álbum, fue una práctica de interesante crecimiento tanto para mis jóvenes alumnos como para mí. Manifiesto  que acudiré a ellos en futuras planificaciones escolares y acordaré trabajarlos de forma interdisciplinaria con los colegas de mi colegio, ya que es un interesante recurso que abarca a múltiples lectores y pueden ser usados como proyecto educativo transversal a varios cursos. Celebro una vez más haber tenido la posibilidad de tal formación a modo de descubrimiento para mi práctica docente.



(*) Silvana Adela Villa Profesora de Grado Universitario en Lengua y Literatura por la UNCuyo. La experiencia comentada forma parte del trabajo realizado por S.A.Villa para el Curso-Taller: “¿Cómo promover la lectura en niños y jóvenes?” (Resolución Nº 0221/2011) coordinado por la profesora Silvina Juri y organizado en la sede de EDELIJ (Mendoza).


Artículos Lij


Humor y desafío en la obra de Ricardo Mariño


 Por Nora Schujman (*)




El humor como género discursivo 
Sin pretender desarrollar una teoría del humor[1], se hace necesaria una breve referencia a algunas de sus expresiones y subgéneros como lo cómico, la ironía, la sátira, el chiste y la risa, como manifestación más inmediata y cotidiana.
Dentro de la literatura podemos partir de la noción de géneros discursivos de Mijail Bajtín (2002) que los caracteriza como un tipo de enunciados relativamente estables por su estructura, por su contenido temático y por el estilo, vocabulario y figuras retóricas. Con esta perspectiva, podrían analizarse desde los relatos de pícaros como los de Pedro Urdemales, hasta Los cuentos de Canterbury y el Decamerón, donde en el marco de una tragedia como la peste, tienen lugar el placer y la burla. Este es el sentido que Jorge Larrosa (2000) otorga a la risa cuando especifica que la verdadera es aquella que se da en medio de lo serio y mantiene con él extrañas relaciones de diálogo y danza, lo pone en movimiento, lo disuelve y lo desgarra[2].
En la literatura para niños, y específicamente en nuestro país, el humor ha ido ganando espacio, especialmente desde que María Elena Walsh irrumpe con su desenfado renovador tanto en los temas como en el tratamiento formal de su escritura. Hoy son muchos los autores que estructuran sus relatos o poemas a partir de operaciones como la exageración, lo grotesco, la ironía y la parodia. En todos ellos la risa es un elemento catártico, revelador, provocador y lúdico que combate los sentidos cerrados. 
Ricardo Mariño es uno de ellos y se destaca por su capacidad para reírse y hacernos reír de todo aquello que creemos consagrado: la escuela, la muerte y la figura del héroe entre otras cosas. Libros como Locosmos, El colectivo fantasma y otros cuentos del cementerio, personajes como Atilio Rubinatto, Cintia Scoch o el mosquito Efraín son sólo algunos ejemplos de estas afirmaciones.

En el presente escrito se trabajarán los siguientes relatos del autor:
-El cuento “El héroe” en El héroe y otros cuentos. Buenos Aires: Ed. Alfaguara, 2000 
-Cuento con ogro y princesa. Buenos Aires: Ed. Colihue, 1988[3] 
-El cuento “La vuelta al mundo de Cinthia Scoch” en Botella al mar. Buenos Aires: Ed. Alfaguara, 2010 

Las voces del cuento 
Desde su comienzo, Cuento con ogro y princesa coloca en el centro a la literatura misma y los procesos de ficcionalización que se ponen en juego a la hora de escribir. Conflictos y preguntas como ¿quién escribe?, ¿qué es un autor?, ¿cómo se inventa una historia?, ¿de dónde salen o cómo se crean los personajes?, ¿dependen de la imaginación del autor, provienen de la realidad o se los puede sacar de la guía telefónica?, son algunas de las intervenciones que ponen al lector en un lugar de rareza y hasta de incomodidad.
Las desventuras de un escritor que no sabe como continuar su relato son el marco para estas reflexiones metaliterarias. En la historia este conflicto se desarrolla con un narrador[4] que debe convencer a un personaje para participar en un cuento, manteniendo con él discusiones desopilantes: 

“- Escúcheme, Rubinatto.
-  Sí.
-  Lo que yo necesito es que usted participe en el cuento.
-  Qué cuento?
-  En el que estoy escribiendo. Quiero que usted haga de héroe que salva a la princesa.
- Bueno, no le niego que la oferta es interesante pero, en fin, últimamente estoy muy ocupado. Tengo trabajo atrasado...” 

A partir de esto, Rubinatto comienza a nombrar los cuentos en los que está trabajando. Se configura así una ficción dentro de la ficción y se incorpora una de las categorías más estudiadas por Mijail Bajtin: la polifonía.
Pero además de esta provocación inicial aparece otra que desbarata nuevamente lo esperable.  Si en el título se nombran expresamente dos personajes: un ogro y una princesa, orientando la expectativa lectora hacia el género maravilloso, esta se verá inmediatamente desafiada ya que el cuento constituye una parodia al género[5]. Lejos de comenzar con alguna de sus fórmulas Érase una vez o Había una vez, el de Mariño irrumpe se manera absolutamente cotidiana: “Fue así. Yo estaba escribiendo un cuento sobre una princesa…”, rompiendo con la lejanía que la 3° persona establece con el lector en los relatos tradicionales para instalar en cambio una complicidad cercana al diálogo. En realidad, la expresión “Fue así” constituye el simulacro de una comunicación ya iniciada. Dice además la voz narrativa, en otro guiño al conocedor del género: “Las princesas, ya se sabe[6], son lindas, tienen hermosos vestidos y en general son un poco tontas.”
Si tomamos el concepto de parodia como reescritura de un texto anterior que es desmontado negando sus valores a la vez que se lo homenajea, es necesario establecer cuál es el verosímil del género maravilloso y sus personajes para comprender el contrapunto.
Vladimir Propp (1981) especifica que  lo que importa en todo cuento maravilloso son las funciones, es decir los elementos que son  constantes y permanentes. Por ejemplo: ante un agresor que causa o quiere causar daño (función VIII), hay alguien que se dirige al héroe con una orden, se lo llama (función IX), el héroe acepta o decide actuar (función X), y parte (función XI),  se enfrenta en un combate con su agresor (función XVI), es auxiliado (función XXII) y se casa (función XXI). Es posible afirmar que varias de estas funciones se encuentran presentes en el relato pero trastocadas o carnavalizadas. Así, el “personaje” Atilio Rubinatto irá como “príncipe” a rescatar a la princesa pero vendiendo “mantelitos”, mezclando así lo alto y lo bajo en la escala social en un mismo personaje. La princesa es hermosa, pero un poco tonta. A su vez el ogro está representado como casi todos los de la literatura tradicional: es espantoso, caníbal y maleducado, pero un poco ridículo con su gorro de cocinero, queriendo comprar manteles para comer a la princesa. La preposición pero (como cambio del argumento) es la que rompe con el discurso previo del género maravilloso canónico, a la vez que lo convoca.

Por otra parte, las características de la literatura carnavalesca se hacen presentes a través de la mezcla de mundos remotos y actuales que conviven, la mezcla de discursos cotidianos y otros considerados más altos y cultos junto al uso de descripciones  hiperbólicas.
Podemos señalar, por ejemplo, un mundo arcaico o, mejor dicho, medieval, de ogros y princesas conviviendo con elementos del mundo contemporáneo. La princesa “...había sido raptada por un espantoso ogro”, aunque el acto de devoración se encuentra absolutamente resignificado desde el humor: el ogro quiere comer a la princesa pero al horno con papas. Y, como se dijo anteriormente, el príncipe es el héroe pero es un personaje sacado de una guía telefónica, soporte textual absolutamente impensable en el ámbito de los cuentos tradicionales y en el contexto de producción de los mismos.
Al dialogismo que se produce entre mundos temporalmente distantes[7] se suma el que provoca la evocación de discursos tan alejados como el cotidiano y el de la poesía rubendariana. La respuesta de Rubinatto cuando el narrador le comunica que a la princesa se la está por comer un ogro: “- Pero mire un poco. Las cosas que pasan! Ya no se puede salir a la calle. Adónde iremos a parar...”,  alude tanto a conversaciones cotidianas como a noticieros o expresiones de vecinos de barrio. De este modo el ogro caníbal, más que personaje de cuento maravilloso, aparece caracterizado como un delincuente común. En ese punto, sorpresivamente, irrumpe la alusión a un poema de Rubén Darío a lo que se suma, sobre el final del cuento, un intercambio propio del discurso amoroso caballeresco, inmerso en la ridícula situación en que ha caído Rubinatto (literalmente adentro de un pozo).
Otro recurso, es la apelación a lo hiperbólico, que se desarrolla en el enfrentamiento entre el ogro y Atilio: “…le dio una trompada que lo hizo volar exactamente 87 metros y 34 centímetros (…) arrancó un sauce de más de 3.600 kilos…”
El final del cuento, y tal como Propp lo indica, el héroe es auxiliado (f. XXII) y reconocido (f. XXVII) pero, en una notable inversión de roles, ya que el salvador debe ser salvado por la princesa. Es notable la intervención del caballo, que advierte en un lenguaje absolutamente cotidiano: “-¿Por qué no se apuran un poco, che? – se quejó el caballo -. Va a venir el ogro y este cuento no se va a terminar nunca.”[8] 
La función XXXI (casamiento del héroe y ascenso al trono) también se ve socavada. Si bien promesa de final feliz se cumple ya que los enamorados se casan, en vez de ascenso al trono hay un descenso de la princesa a la categoría de vendedora de manteles. El final de los cuentos tradicionales es cuestionado y puesto patas arriba, tanto desde el punto de vista del lugar que ocupan socialmente los protagonistas, como del antagonista, el ogro, que no es vencido al modo canónico, sino que es “olvidado”, pero sigue rondando y vivo: “Se casaron, fueron felices, pusieron una venta de manteles y nunca se acordaron del ogro”. Con lo cual el castigo del agresor queda pendiente. 

El camino del héroe 
En su libro Poética (2002), Aristóteles señala entre otras cosas que la Tragedia y la Épica son géneros altos porque imitan acciones elevadas. Así, los héroes trágicos y épicos, sufren pero aceptan su destino y representan de algún modo los valores de su comunidad o rompen con ellos para fundar otros más elevados. Por su parte, en El héroe de las mil caras (1949), Joseph Campbell trata el tema del viaje donde descubre un patrón narrativo común a diversas historias y leyendas populares.
En ese recorrido similar a todas las culturas, el héroe vive en un mundo normal antes de la llamada a la aventura que se presenta como un desafío, que al principio rechaza, principalmente por miedo al cambio. Luego encuentra un mentor que lo hace aceptar la llamada, lo informa y entrena para su aventura o desafío, abandona el mundo ordinario para entrar en el mundo mágico, se enfrenta a pruebas, encuentra aliados y enemigos, tiene éxitos y fracasos y finalmente gana una recompensa. Tanto en una concepción como en otra, los héroes son generalmente divinos o semidioses y poseen habilidades sobrehumanas o rasgos de personalidad idealizados que le permiten llevar a cabo hazañas extraordinarias y beneficiosas.
En los tres cuentos de Ricardo Mariño mencionados tanto Atilio Rubinatto, como Cinthia Scoch y Efraín, el mosquito, son seres comunes sin elementos sobrenaturales que viven algunas de estas aventuras pero con rasgos que parodian a los descriptos. Hazañas como las “terribles persecuciones”, el “viaje lleno de peligros” y los “momentos terroríficos” del mosquito, las vueltas por el mundo de Cinthia cuya “misión” es comprar un kilo de azúcar o los elementos hiperbólicos analizados anteriormente en el cuento del ogro son puestas en contextos que provocan risa porque  apelan a una deformación grotesca que  desmonta lo instituido como canónico. 
En “La vuelta al mundo de Cinthia Scoch”[9], se ponen en escena varios de estos avatares: el mandato, la partida de la heroína y sus peripecias para cumplir el objetivo que le encomienda su mamá. No hay aquí desacato o primer intento de rebelión ante la tarea encomendada, sólo la conciencia de un malentendido que no es discutido porque, al mejor estilo de Caperucita, se nos aclara al comienzo que Cinthia “era una chica muy obediente”.
Es muy interesante la idea de una confusión en el origen de su aventura: “A Cinthia le pareció que en realidad el almacén estaba al Oeste, pero para no contradecir a su madre salió caminado hacia el Este”. A partir del tópico conocido del viaje de iniciación, Mariño hace vivir a su personaje un derrotero, que si bien carece de elementos mágicos, tiene un gran componente fantasioso, ya que literalmente da la vuelta al mundo enfrentándose a la gran prueba de encontrar el almacén para comprar un kilo de azúcar, el “elíxir” con el que vuelve al mundo normal.  
Por su parte, el mosquito Efraín se aleja de su entorno ordinario y familiar porque siente una ruptura con el mundo que lo rodea. Todos los bichos de su comunidad se burlan de él, hasta que “…tomó una decisión: abandonar la Planta de limón donde vivía y salir al mundo”. En el viaje que emprende “…recordó a sus padres y rompió a llorar, pero luego pensó: ‘tengo que aprender a ser fuerte, para eso emprendí esta aventura…Recorreré el mundo. Volveré con el ojo furioso’ ”. Para ello vence obstáculos increíbles (“Un día peleó contra dos jejenes británicos y los venció (…) Otro día quedó enredado en las telas de una araña escocesa”) y crecerá a los ojos de su comunidad, arrepentida de haberse burlado de él. Aunque el cuento termine con su muerte[10], en una vuelta de tuerca burlesca y con guiños para el lector contemporáneo, el ahora admirado Efraín será recordado con leyendas como “Efraín vive”.
Marthe Robert (1973) señala que el héroe del cuento maravilloso, carece de biografía, no tiene cronología ni coordenadas espacio temporales claras. Suelen ser seres anónimos (príncipes, princesas, hadas) o caracterizados por apodos que se deducen de sus propiedades físicas o marcas fatales (Pulgarcito, Gato con botas, Blancanieves y otros). Muchas veces su identificación viene dada por su función en la sociedad o por su profesión (sastre, molinero, etc), lo cual es fundamental porque generalmente en el cuento son elevados por encima de su posición. En los tres ejemplos trabajados en cambio, los personajes tienen entidad social, portan nombre y apellido, aunque no la estirpe genealógica de los héroes míticos, sino la de quien vive en su barrio (Cinthia), en la Planta de Limón (Efraín), de cuento en cuento (Atilio). En este sentido y volviendo a Vladimir Propp quien establece como principio que “En el estudio del cuento, la única pregunta importante es saber qué hacen los personajes; quién hace algo y cómo lo hace son preguntas que sólo se plantean accesoriamente” (Propp, 32), en los cuentos de Mariño las preguntas sobre quién y cómo son fundamentales.
En Cuento con ogro y princesa resulta inevitable preguntarse ¿Quién es en realidad Atilio Rubinatto? ¿Un trabajador cuya labor es ser personaje de cuentos “a pedido”? ¿Es un vendedor de manteles o un príncipe? Asimismo en “El héroe”[11], el mosquito Efraín, luego de aventuras peligrosas en el mar termina consagrándose en un partido de fútbol visto por millones de espectadores en la televisión. Y entonces la pregunta inevitable: ¿Efraín es un héroe o alguien que se hace famoso? Con respecto a esto, Jorge Larrosa dice que una de las funciones de la risa es aflojar los lazos que anudan una subjetividad demasiado solidificada, demasiado idéntica a sí misma. “Los personajes que encarnan la risa poseen una subjetividad descentrada” (Larrosa, Jorge 163). Son excéntricos,  extravagantes como Rubinatto y Efraín. 

A modo de cierre 
Considero que a través del humor como arma lingüística y literaria, el autor desafía las instituciones y las ideas consagradas poniendo el orden establecido patas arriba y brindando otra mirada del mundo, menos estereotipada. Los efectos de lectura que logra nos permiten vislumbrar de otro modo aquello que aceptamos como “normal”. Por otra parte este trabajo trasgresor y estético con las palabras opera sobre el lector con una fuerte carga inquietante y provocativa. Y, aunque en ningún caso hay lecciones morales, en el humor y la risa sí hay posición ética e ideológica, un modo de pensar y sentir el mundo que lo desnaturaliza y conmueve. 

Bibliografía
           Aristóteles: Poética. Bs. As. :Ed. Gradifco, 2004 
       Bajtin, Mijail: “El problema de los géneros discursivos” en Estética de la creación verbal. Buenos Aires: Siglo XXI, 2002.
-------------“Introducción” a La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. Madrid: Ed. Alianza, 1987 
Escarpit, Robert: El humor. Buenos Aires: Ed. Eudeba, 1972 
Genette, Gerard: Palimpsestos. La literatura al segundo grado. España: Ed. Taurus, 1981 
Jitrik, Noé: “Rehabilitación de la parodia” en La parodia en la literatura latinoamericana.  Buenos Aires: Instituto de literatura latinoamericana, 1993 
Larrosa, Jorge: “Elogio de la risa” en Pedagogía Profana. Buenos Aires: Ed. Novedades educativas, 2000. 
Propp, Vladimir: Morfología del cuento popular. España: Ed. Fundamentos,  1981 
Soriano, Marc: La literatura para niños y jóvenes. Guía de exploración de sus grandes temas. Buenos Aires: Ed. Colihue, 1999.

[1] Son muchos los estudios, disciplinas y teorías que abordan el tema del humor y van desde la teoría literaria hasta el psicoanálisis.
[2] En este sentido este autor va trabajando la parodia como género, junto con la ironía como actitud y sentimiento de desgarro frente al mundo.
[3] Todas las citas del trabajo pertenecen a las ediciones referidas.
[4] En adelante se lo llamará narrador – personaje – autor porque cumple simultáneamente las tres funciones.
[5] Gerárd Genette en Palimpsestos analiza la palabra parodia. Par: al costado y odia: canto, donde la parodia sería la acción de cantar al costado, a contracanto, en contrapunto, en otro tono.
[6] El subrayado es nuestro.
[7] En los cuentos “El héroe” y “La vuelta al mundo de Cinthia Scoch” si bien no se superponen dos mundos alejados temporalmente, la ubicación en contextos contemporáneos de acciones heroicas marcadas por el viaje de iniciación y el modo en que están narradas es una de las claves humorísticas.
[8] Esto reenvía al comienzo: a las dificultades de continuarlo, se corre el peligro de no poder terminar el cuento.
[9] Claro homenaje a Javier Villafañe.
[10] El tema de la vida y la muerte es un tema carnavalesco. Por otra parte, tanto en “El héroe” como en “La vuelta al mundo…” es posible detectar otros dos tópicos señalados por Bajtín como carnavalescas: invención y fantasía junto a lo familiar y cotidiano y viajes utópicos a lugares desconocidos.
[11] Interesante y contundente título que instala una concepción sobre esta categoría.

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(*) Nora Schujman (noris612003@yahoo.com.ar) Profesora de Letras, ejerce como Vicedirectora de la Escuela nº 6389 Federico de la Barra de Rosario.